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Converted by Falcon Hive



Jung Yunho, primogénito de la última generación de la familia Jung, destacada por su gran popularidad en el mundo empresarial; Joven exitoso graduado de la más prestigiosa universidad de Asia, Ahora empresario Coreano del año por segunda vez consecutiva y por como van las cosas parece que va por uno más, nombrado por más de una revista como uno de los hombres más sexys de toda Corea… Es quizás todo un paquete de excentricidades, buenas y llamativas, y que desafortunadamente la semana que viene contraerá matrimonio con la hija de Kim JaeLi, un ejecutivo igual de importante que el padre del futuro novio. Los rumores cuentan que no hay más que un interés de buen trato entre empresas y familias. Sin duda un tema fascinante de abordar.
Adentrándonos un poco más en la vida de Jung Yunho podemos encontrar que…



Y así era como comenzaba el artículo principal de la revista que compraba quincenalmente su novia y futura esposa. Pura basura. Perdida de tiempo. Por cada idiotez que se publicaba en ese papel un árbol moría injustamente y por una mala causa.

Eso pensaba sin ningún tipo de tapujo Jung Yunho. Un hombre al que pintaban todo bonito pero que también tenía defectos… y vaya que si los tenía. Uno de ellos era, no saber cuando decir… no, a las cosas condenadamente encantadoras.

… Ese artículo lo leyó exactamente una semana antes de su boda. Qué rápido se iba una semana.

- Ya mañana es ‘El gran día’ – La molesta voz de su mejor amigo se hizo escuchar, hasta con eco y prácticamente cantadito, por toda su oficina haciendo más molesto el evidente hecho.

- Tan así que ya ni ocultas el sarcasmo de las palabras – contestó Yunho a Park Yoochun, su mejor amigo desde siempre, y el cual adoraba torturarle, desde hacia casi más de medio año, con todo lo referente a su boda y al eterno encadenamiento que hacía por voluntad propia.

- Es que en serio. Sufres sólo porque quieres… sabía que ese regalo de juego de esposas te había excitado aunque lo negaste por varios días. O sea, que nunca imaginé que realmente fueras masoquista Yunho – Park tomó una curiosa pelota a escala de basketball y la lanzó justo al bote de basura que ahora figuraba con la molesta revista que le había lamido los pies hace varios días y donde yacía una pequeña canasta para encestar. – No puedo creer que aún conserves esta cosa – haciendo referencia a la pelota y canasta que él mismo le había regalado en su cumpleaños a su mejor amigo.

- Xiuli tampoco lo cree y quiere que lo tire – contestó de lo más tranquilo Yunho mientras seguía leyendo el periódico. Yoochun frunció un poco el seño y dejó la pelota sobre el escritorio.

- Más te vale que la siguiente vez que venga aún siga todo como está – el joven heredero hablaba claro. Si se enteraba que Yunho había tirado de su obsequio, sólo porque a la desabrida de su novia no le paresia algo… bueno… tendría problemas. El castaño por fin alzó la mirada y la centró en los profundos orbes oscuros de su amigo antes de sonreír de medio lado.

- Como tú digas… - fue lo único que dijo antes de perderse en la lectura de la bolsa de valores una vez más. Y mientras su amigo sólo miraba como el mayor era consumido por las letras y cifras lentamente… durante casi media hora, hasta que se hartó y puso de pie para ir hasta la entrada de la espaciosa oficina. - ¿Cómo? ¿Te vas tan pronto? -

- Como si te interesara -

-Qué te vaya bien – Yunho continuó, intentando contener una sonrisa, mientras el menor se seguía caminando y él leyendo.
-Seguro… por cierto. Tu despedida de soltero es hoy a las once en tu departamento – dicho esto la entrada principal se cerró con un Yoochun sonriente afuera, y por el otro lado, Yunho sosteniendo tan fuertemente el periódico, que ya había traspasado hasta la hoja de deportes internacionales.

- Hijo de… - se cohibió a decir lo que restaba ya que le guardaba mucho respeto y afecto a la santa madre de ese mal nacido.

¿Despedida de soltero? ¿Él?... ¿Para qué? Cómo si le fuera ser fiel a Xiuli. Estar cazado no significa sexo rutinario con la misma mujer… o por lo menos eso pensaba. Como fuera el caso, decidió dejar de pensar en eso y mejor irse a su departamento. Quizás vagaría un rato por la ciudad antes de ir a su hogar, si así se lo podía llamar. Si, eso haría.
Se colocó el saco de su traje, ni mencionar la marca ya que tenía de tantas que ahora simplemente ni sabía que usaba y que no; para después salir e ir al recibidor de su edificio, afuera ya lo estaría esperando su Audi negro ultimo modelo.

Insistía. Qué rápido pasaba el tiempo. Después de perderse un rato en la ciudad, comprando cosas, comiendo por ahí, visitando a su madre, y haciendo un montón de inutilidades más; le dieron las diez de la noche. Justo ahora tenía dos opciones… ir a algún centro nocturno y hacerse de alguna ‘buena’ compañía para pasar la noche… o ir a su departamento y esperar a sus ‘amigos’ para la despedida de soltero que seguramente habían estado planeando desde el momento que supieron que se iba a casar, nótese que de eso casi siete meses. – Cualquiera de las dos hará que me arrepienta de no haber hecho la otra – se dijo a sí mismo mientras daba vuelta en el retorno más cercano para ir a su departamento.

Dieron las once… once y media, doce… doce y cuarto, cuarto para la una… y esos mal paridos no llegaron. Tomó el vaso de cristal donde había estado bebiendo vodka hasta entonces y apagó las luces del mini bar al mismo tiempo que aflojaba el nudo de su corbata. Lo sabía. Al final se arrepintió de su decisión.


Miró por última vez su reloj. Era la una de la mañana con dieciséis minutos. Ahora sentía que el tiempo se le iba… tan lento. Se había sumergido en la melancolía de la ciudad nocturna admirando lo bien que las luces de los edificios armonizaban entre ellas para darle una excelente vida. De fondo música nada más, ni nada menos, que una igual de melancólica pieza de Jazz, tan casual como sólo ese tipo de música sabe serlo. Era su octavo vaso de vodka y estaba sorprendido de sí mismo, se sentía más lucido que nunca. Tres golpes se escucharon a la puerta, mas él se quedó en la misma posición. – Demasiado tarde – dijo para sí antes de rellenar una vez más hasta la mitad, el ancho vaso de licor.
Tardaron unos segundos en volverse a escuchar los golpes a la puerta, pero como antes, Yunho ni siquiera volteó a verla.

Afuera, Park esperaba junto con otro de los amigos del futuro novio y actual pareja del heredero, Shim Changmin, los tres eran amigos desde la universidad y vaya que el tiempo en ellos parecía no pasar. A lado de Shim otra figura se hacía presente, pero esta iba cubierta por una capa con capucha, escondiendo su identidad minuciosamente.

- Me gusta ser educado Yunho... pero si así lo quieres – Yoochun sacó de su bolsillo una tarjeta parecida a una de crédito y la deslizó por el seguro de la puerta, haciendo que la lucecita verde parpadeara dos veces, abriendo la puerta que estaba frente a ellos, siempre era bueno tener la copia de llave de la casa de un amigo… en especial uno como Yunho. Changmin guió a la figura encapuchada al interior del departamento una vez que Yoochun entrara.

Sin duda les extrañó que todas las luces estuvieran apagadas, pero sabían que su amigo estaba ahí… en donde estuviera ese Audi negro de ultima generación, ahí estaría Yunho. Park se acercó hasta el equipo de sonido de su amigo y maliciosamente cambió el disco y estilo de música que había. Mientras Shim deslizaba la capucha negra que cubría a esa figura y sonrío orgulloso de su ‘prometedor’ hallazgo. – Hazlo feliz, dentro de unas horas se casa – bromeó antes de indicarle donde ocultarse.
- ¿Qué se supone que haces? – La grave voz de Jung se hizo notar tras Yoochun, que dio un pequeño respingo al saberse descubierto. Sonrió dándose la vuelta para encontrarse con su amigo medio enojado, medio ido… se le notaban las copitas demás, y eso sólo hizo que la sonrisa del heredero se ensanchara mientras pasaba uno de sus brazos alrededor de la espalda de su amigo.

- Nada… sólo preparando tu regalo de despedida. Lamento haber llegado tarde, pero hubo cambios de último minuto. – Yoochun guió a Yunho hasta la sala donde había estado minutos antes el mayor de los Jung, e hizo que se sentara, exactamente en donde había estado, en el centro del sillón más largo que quedaba paralelo a la enorme ventana que iba del suelo al techo y que dejaba ver la hermosa vista de la ciudad completamente iluminada. – Ahora, Min y yo debemos de ir a hacer otras… ‘cosas’ tú sabes. -

- ¿Changmin está acá? – preguntó bastante ilusionado Yunho, hacía mucho que no veía a ese mocoso, y ya ni tan mocoso pues ahora le sobrepasaba en estatura.

- Ahá, pero no nos quedamos… tu obsequio si. – sonrió antes de alejarse de su amigo e ir hasta la entrada del departamento, Yunho sólo lo siguió con la mirada, completamente intrigada. ¿Obsequio? Yoochun salió del departamento y la figura de Shim apareció después de eso. Escuchó un leve ‘Nos vemos al rato’, suponía que se refería a la boda y después ambos desaparecieron tras la puerta. Sin duda era despedida de soltero como pocas… tan poco satisfactoria, en más de un sentido.

- Supongo que ahora queda buscar el dichoso obsequio – tomó el vaso de vodka y le dio un generoso trago acabándose lo que quedaba del liquido.

- O quizás él te encuentre a ti – la más dulce, sensual, y melodiosa; voz que había escuchado hasta ahora se hizo presente en la sala, en la silenciosa sala, haciendo que Yunho por poco se atragantara con el vodka que iba bajando por su garganta, haciendo que al final el líquido le quemara. Tosió y se puso de pie para darse la vuelta y ver quien andaba ahí.
Se quedó algo pasmado al ver la menuda figura de un joven sereno que posaba junto al equipo de sonido, del cual ya no salía música. Si no fuera por que su voz era evidentemente la de un hombre, pudo haberle confundido con una mujer fácilmente. Ese rostro tan bello y finamente esculpido. Con esos labios rosados intensamente adornando su blanca y nívea piel... Si. Pudo haberle confundido con una chica, pero no lo hizo. Acaso ese sujeto era…

Ahogó una risa cubriendo su boca con el dorso de la mano al ver cual lejos llegaban los límites de sus amigos. ¿Le habían contratado un prostituto? Quizás no sería cómico, si no fuese un hombre del que se estuviera hablando.

- ¿De que te ríes? – preguntó el hermoso joven frente a él, en un tono neutro. Yunho tardó unos segundos en contestar. Esa voz realmente era hermosa.

- De nada… y de todo – contestó al cabo de nada mientras se daba la vuelta para tomar su vaso de vodka y llenarlo una vez más. Con ese serían diez los vasos de esa noche. Y quizás por esos diez mismos vasos de mero vodka, no se dio cuenta cuando la menuda figura de su ‘acompañante’ ya estaba a su lado. Yunho primero lo vio extrañado. De cerca se veía mejor y Yunho no era el único que pensaba eso. El contratado pensó que esa noche si sacaría provecho. El joven de negros cabellos tomó el vaso de cristal a medio vaciar, de Yunho y lo colocó sobre la mesa de centro, aprovechando para después tomar el control del sonido y darle play. La música comenzó a sonar y Yunho volvió a reír por lo bajo al ver cual era.

- You can leave your hat on… - murmuró el castaño antes de sentirse empujado para sentarse una vez más, cosa a la que no resistió. Probaría, que tan lejos podía llegar él mismo, en este tipo de circunstancias… - Por lo menos dime tu nombre – mencionó al sentir como su acompañante ya comenzaba a desanudar el cinto de la gabardina que llevaba.

- … no doy mi nombre, pero puedes llamarme Boo – terminó de quitarse la gabardina y dejó lucir su cuerpo bien delineado por las ropas negras de cuero que llevaba puestas. Ese chico si sabía como ‘poner’ a alguien, sin embargo Yunho respiró hondo y tomándole por la cintura hizo que ‘Boo’ se sentara a su lado.

- Vayamos lento.. – dijo desajustando un poco más su corbata, mientras el coro de la canción comenzaba y Yunho sentía que cierta parte de su anatomía se estaba poniendo muy animosa. – ¿Quieres algo de tomar? ¿Vodka quizás? – Si. El vodka era su bebida favorita por si no se habían dado cuenta. Se puso de pie para ir al mini bar y encender las luces que horas antes había apagado. El pelinegro se puso de pie y fue tras él colocándose a un lado, y recargándose en la barra del mini bar.

- Depende… -

- ¿De? -

- Si piensas dármelo en la boca - El más bajo sonrió de lado. Y Yunho dejó la botella de licor de lado, puesto que ya se había servido.

- Creí que iríamos lento – dijo dando un trago generoso.

- Y yo creí que me habían contratado para tener sexo contigo… no para ‘ir lento’ – ironizó tomando una cereza que estaba en un pequeño contenedor para que se acompañaran las bebidas. La llevó hasta su boca y la mordió por completo dejando sólo el tallo de fuera, el cual dejó sobre la mesa después.

Jung dio el último trago a su bebida antes de acercase y tomar la nuca del pelinegro para comenzar a besarlo. Que diablos, quien sabe porque… quizás el alcohol, quizás la noche solitaria, quizás los seis meses de no sentir el cuerpo caliente de otra persona; en verdad, nadie sabia porque, pero justo ahora un reverendo bledo le valía el hecho de que se encontraba besando a otro hombre, y con el cual probablemente también tendría sexo. De pronto en la boca del más bajo ya había vodka que antes estaba en la cavidad del otro y Yunho pudo sentir el delicioso sabor dulce de la cereza, y el aún más delicioso sabor personal de ese chico. Sus lenguas nada tardaron en enredarse y explorar la boca del contrario. El primero en soltar un corto gemido fue Yunho. ‘Boo’ Sabía besar demasiado bien, aunque claro él no se quedaba atrás, había logrado que su acompañante adquiriera un leve sonrojo en sus mejillas. Al reaccionar a esto, el más bajo tomó por la corbata al de tes más oscura y lo jaló hasta donde estaban antes, el sillón largo. Ahí lo dejó caer y comenzó a mover su cuerpo al ritmo de la canción, que por tercera vez se repetía dándole un erótico tono al lugar.

No podía dejar de ver ese cuerpo ajustado a las ropas de cuero negro, como se movía tan tentativamente, de vez en cuando pegándose a su cuerpo descaradamente para que lo pudiera tocar, cosa que hacía de vez en vez, tocando los torneados muslos, la angosta cintura, la estrecha cadera y por último el redondo y firme trasero que ese chico se cargaba. – ¿Cómo te llamas? – preguntó el pelinegro ahora que estaba una vez más sobre sus piernas, desabotonando su camisa.

- ¿Te contrataron para tener sexo conmigo… y ni nombre te dieron? – preguntó figurando una sonrisa en sus labios.

- Si no quieres decirme está bien – los labios rosados comenzaron a besar su piel haciendo que Yunho sintiera un leve hormigueo en su vientre bajo.

- … Me llamo Yunho – cedió al fin mientras sus manos bajaban hasta el trasero del otro y lo apretaban, logrando que se sonrojara un poco más ese hermoso joven. – Dime… tu nombre… El verdadero – pidió y el otro le sacó la camisa de una buena vez.

Lo pensó por unos segundos, mientras besaba el hombro izquierdo de su cliente, pero al final se sintió con ganas de decirlo - Jaejoong – murmuró antes de poseer una vez más sus labios en un beso.

Mordisqueó, chupó y lamió esos rosados labios antes de separarse por un poco de aire cuando este les hizo falta. Por fin, la cosa más deliciosa que había probado en su vida tenía nombre, y uno muy lindo por cierto. Yunho tomó por la cintura al menor y lo recostó sobre el sofá. No tenía ni la más mínima idea de cómo un homosexual sostenía relaciones sexuales, bueno… podía llegar a suponer algunos partes, pero… ¿Y si no le gustaba? ¿Y si se… o lo lastimaba? ¿Y si cualquier cosa pasaba? El exceso de alcohol no lo había hecho pensar en esas cosas hasta ese momento, cuando cierto amiguito suyo quería salir a jugar ya. Unos carnosos labios lo sacaron de sus pensamientos, como si se hubieran dado cuenta que todo comenzaba a perforarle la cabeza.

- No te preocupes de nada – dijo ahora el Jae que lo tenía tomado por la nuca, hablando apenas por entre el beso al cual ninguno de los dos cedía. - … para eso estoy aquí. –

No supo como responder de inmediato a eso último, sólo sintió cuando estuvo una vez más bajo el cuerpo del menor, que lo miraba con cierta burla. ¿Ahora un niñato venía a mostrarle de sexo? No, no señor… no por nada le presumía a Yoochun dejar satisfechas a sus parejas siempre. Bueno... Podía dejar que Jaejoong terminara de juguetear con sus pezones, se sentía realmente bien sentir esa humedad sobre su piel caliente y que pocas mujeres con las que había estado se habían dignado a atenderle de esa forma.

- Uhng… Jaejoong, ven – llamó al más joven, el cual no tardó en atender a la petición del otro, y dejó de besar cuanta piel se le pusiera en frente, para poder subir hasta donde Yunho le llamaba y de la nada sentir como el mayor comenzaba a besarle… de una forma diferente. Era más apasionado, pero con más cuidado que las veces anteriores. Se sentía tan bien…
La mano de Yunho bajó hasta el pantalón del menor, el cual comenzó a desabotonar y sintió como el otro se removía al darse cuenta de sus intensiones, sin embargo no lo dejó liberarse y continuó no sólo besándolo sino que abandonó su intento por deshacerse de los pantalones de cuero, para comenzar a masajear el bulto que se marcaba por lo pegada que estaba la prenda a su cuerpo. El menor tuvo que ahogar un gemido en aquel beso, pues esa mano parecía una experta a pesar de que sabía que Yunho no había estado con ningún otro hombre antes.

Pronto todas las ropas del mayor se encontraron en la alfombra del suelo… junto a las ropas de cuero negro.

Yunho se sentía entupido. En algún momento de ese último beso, un excelente beso por cierto, se había dejado… y bueno, ahora sus muñecas estaban atadas tras su espalda con lo que alguna vez fue su corbata favorita. Ahora era un simple pedazo de tela que lo mantenía atado e imposibilitado de poder tocar esa hermosa figura. Toda la situación giró en tan sólo uno segundos.

- Tú sólo tienes que dejarte llevar – la voz suave y cargada de lascivia llegó a sus oídos y por cuarta vez intentó quitarse aquel amarre, pero estaba demasiado bien hecho. Jaejoong se sentó en su regazo y comenzó a mover sus caderas de tal forma que su trasero se frotaba descaradamente contra su hombría ya bastante excitada y que aclamaba por un poco de atención.

- Si vas a atenderme… por lo menos hazlo bien – No sabía lo que estaba diciendo, sólo quería un poco de libertad.

- ¿Insinúas que no lo hago bien? – dijo Jaejoong quien comenzaba a bajar una vez más besando el pecho del mayor, y bajando poco a poco, dejando un casi nulo rastro de saliva por donde pasaba.

- Digo que no lo haces suficientemente bien – meció sus caderas y entonces el menor tomó su miembro, por fin, con ambas manos.

- Haré que te arrepientas de siquiera haberlo mencionado – fueron las únicas palabras antes de que Yunho comenzara a sentir como las manos de Jae subían y bajaba por toda su extensión, haciendo cierta presión que le encantaba y que poco a poco iría enloqueciéndole.

Pidió por algo más de velocidad… pero entre más pedía, menos le daban… su pre-semen comenzó a salir y el menor comenzó a lamer su punta para limpiarla, relamiéndose los labios cada vez que un poco de ese espeso liquido manchaba más de la cuenta. Cuanto calor hacía, a pesar de que el aire acondicionado estaba funcionando, y el termómetro marcaba 20ºC… sentía que su cuerpo estaba ardiendo a tal punto de incluso sentirse sonrojado.

Vio cuando Jaejoong tomó un condón de sus ropas y lo abría, quizás por fin el menor atendería por lo que estaba tan loco esa noche. Abriéndolo con los dientes, el menor sacó el condón de su empaque, y aunque Yunho vio mal eso puesto que pudo haberlo roto y el hecho de que se lo pusiera ahora no tenía ningún tipo de sentido. Mas no sintió ningún material envolverle, más bien… El pelinegro comenzó a lubricar su miembro con el lubricante que traía el protector y después se acomodó sobre él.

- Ah… ¿Qué haces? -

- Quiero… sentirte por completo… no te preocupes no tengo enfermedades – la excitación se notaba en aquella dulce voz, ahora inundada por el instinto de buscar placer.

Las enfermedades eran lo que menos le preocupaba a Yunho en ese momento, pero estaba conciente de que su miembro no estaba suficientemente lubricado y que definitivamente en ese estado el menor sufriría mucho y al parecer Jae notó su preocupación, pues este le sonrió y dijo algo así como… ‘No preocupes, no es la primera vez que hago esto’. Ese comentario, lejos de tranquilizarle hizo que se sintiera molesto. Sabía que no había caso, era la profesión del chico… pero saber que esos labios, esa piel, esos ojos y esa voz; habían cautivado a más de uno en ocasiones pasadas, le hacía sentirse sumamente molesto.

Pronto tuvo que olvidarse de su molestia una vez que su miembro estuviera completamente envuelto por las paredes de Jaejoong. Era sumamente estrecho, aún más de lo que había imaginado, mucho mejor. El menor se quedó quieto unos momentos mientras su cuerpo se acostumbraba un poco. Cierto que había hecho eso más de una vez, mentira que hubiera estado con alguien tan bueno como Yunho, o con alguien que tuviera tan buen tamaño. Al menor le llevó más de un minuto acostumbrarse a tal intromisión, pero al final lo logró y comenzó a mover sus caderas, a un ritmo aún lento.

- Desátame – le ordenó al pelinegro. Necesitaba tocarlo, tan necesario como respirar. Jaejoong necesitaba ser tocado, así que no lo pensó dos veces y soltó a su cliente, torpemente, pero lo logró. Las manos ahora libres tomaron la cintura del menor con fuerza, sacando de este un corto gemido… Después de ese canto para sus oídos… todo se tornó placer. Y nada más.

Fue una noche larga… la cual paso lentamente entre los brazos de ese chico… Jaejoong…

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La luz del sol naciente, que se asomaba por el ventanal de su habitación, le sacó de ese dulce sueño, todo tuvo que ser un sueño… una noche no podía haber sido tan perfecta como esa. Simplemente una noche perfecta, eso había sido. La cabeza le dolía, punzaba todo su cuerpo y los ojos se le hacían más pesados que nunca, evidentes síntomas de la más pura de las crudas que jamás haya tenido. Se sentó en la cama y lo primero que notó fue su desnudez. Él no solía dormir desnudo. Se levanto, desenrollándose de esa maraña en la que se había convertido junto con sus sabanas, y haciéndose de un boxer, salió del cuarto para ir a la sala de estar. Impecable. Luego fue a la cocina, si recordaba el sueño… en algún momento de la noche, Boo lo había arrastrado hasta la cocina, pero al llegar a esta notó todo normal. Impecable. Regresó a su habitación, en donde ahora la cama estaba… impecable. Algo andaba mal. Las cortinas del balcón se mecieron por la suave brisa de la mañana, la misma que hizo que la piel se le pusiera de gallina, y la misma que lo llevó hasta el balcón para cerrar la puerta e impedir que el frío siguiera entrando; pero antes de poder cerrarla, notó la menuda figura de persona recargada en el barandal. Suspiró pesadamente. Así que todo había sido real…

- Menos mal… -

Ahora con una sonrisa salió al balcón para ir hasta donde cierto pelinegro miraba la ciudad que apenas iba despertando, con una taza de café caliente en sus manos y una camisa blanca que le llegaba hasta los muslos, y que Yunho pudo identificar como suya al instante.

- ¿No es muy temprano? No pasan de las siete – dijo, y lo único que tuvo por respuesta fue una sonrisa, una encantadora sonrisa.

- Me gusta madrugar – el menor dio un sorbo a su bebida, antes de aspirar el aroma que de esta emanaba, y cerró sus ojos disfrutando del calor que le daba. – Lamento haber tomado una de tus camisas… la ropa de cuerpo no me va a estas horas -

- No importa… creo que te va genial – sus brazos rodearon la cintura de Jaejoong, antes de darle un pequeño beso en el blanco cuello. – ¿Qué tal si vamos a desayunar? Quiero compensarte con algo más que dinero – murmuró sin separar sus labios del cuello del menor, el cual se separó al instante con una sonrisa en sus labios.

- No. Además creo que soy yo quien queda debiendo, por haberme hecho pasar una de las mejores noches de mi vida-

- Pero ¿Por qué no? -

- Porque… - comenzó, y puso un dedo sobre sus labios como si analizara mucho la respuesta - … Yo debo de ir a la facultad en un par de horas, y tú te casas en… - miro su muñeca, que lucía por falta de un reloj y luego volvió a mirar a Yunho – un par de horas también. – Dedicó una última sonrisa antes de entrar al departamento e ir al baño donde estaba una pequeña maleta con todas sus cosas. Sacó unos jeans claros, una polera blanca (que se puso después de sacarse la camisa del mayor) y unos conversse blancos.

De mientras Yunho seguía pasmado antes las palabras de Jaejoong. ¿Facultad? ¿Ese niñato no era más que un… niñato estudiante de universidad? Al verlo salir del baño con la mochila y totalmente cambiado, entró al departamento tras él y antes de que pudiera salir del cuarto lo tomó por el brazo haciendo que se volviera a verle.

Jaejoong tragó un poco de saliva, evidentemente nervioso, al ver la más dura de las expresiones de Yunho.
- ¿Por qué no dijiste que aún eres un estudiante? -
La primera reacción del menor fue liberarse, o más bien, hacer el intento de, ya que no se lo permitió.
- Porque es algo que no te incumbe. Tú has de tu vida, que yo hago de la mía -

- Esa no es excusa. -

- No pretendo dar excusas, mucho menos explicaciones, es mi vida y hago con ella lo que se me de la gana, además tengo que trabajar para ganarme la vida -

- Entonces quédate conmigo, que no te faltará nada - ¿Qué diablos estaba diciendo?

- ¡Sólo escúchate! Yo no soy ninguna ‘pretty woman’ a la cual puedes venir a salvar con tus millones de dólares; Además, ¡eres un cínico! ¡Te casas en menos de tres horas! Tú no tienes nada que ver conmigo…-
Jaejoong tiró de su brazo para safarse y luego se fue como alma que era llevada por el diablo, hasta la puerta, saliendo lo más pronto posible de ese lugar.

Yunho no hizo ni el más mínimo esfuerzo por alcanzarle. No tenía caso. Había dicho la verdad, él no tenía ni el más mínimo control sobre ese chico. Sólo se dejó caer en la cama. Si tan sólo pudiese recordar con detalle todo lo que había pasado la noche anterior… podría saber porque los ojos de Jaejoong le miraban con tanta intensidad y dolor. Pero no. No recordaba muchas cosas, muchos detalles, muchas palabras dichas… muchas carisias dadas. ¡Demonios! Perfecto Jung Yunho, tenías que embriagarte en la mejor noche de toda tu maldita vida.

Mientras tanto, ya en el elevador, cierto pelinegro recordaba con cierto deje de amargura y melancolía, a ese castaño abrazándole tan posesivamente mientras le decía ‘te amo’… tan limpiamente que llegó a creerlo, entupidamente llegó a creerlo. ¿Pero como iba a amarlo si era la primera noche que estaban juntos? ¿Y en un par de horas se casaría? ¿Cómo le pudo siguiera llegar a pasar por la mente que esas palabras eran dichas de corazón?

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Esas fueron las tres horas más largas en toda la vida de Jaejoong… Ahora ni la clase de música, su favorita, le sacaba de la mente que Yunho justo ahora… probablemente en ese preciso momento, estaría diciendo ‘Si acepto’ para después estrechar entre sus brazos a una hermosa mujer con la que tendría hijos y serían muy felices en algún tipo de villa, en esas que solían tener los ricos y donde pasaban los mejores años de sus vidas. Si… probablemente, eso estaría haciendo.

- ¡Joven Kim! -

- ¡¿Si?! -

- ¿Puedo saber en que está pensando que no prestó atención en toda la clase? -

Fue hasta ese momento que se dio cuenta que todo mundo lo miraba, tanto sus compañeros, como el profesor que le estaba llamando la atención.

- Yo… n-no pensaba en nada particula… - su pseudo escusa fue interrumpida por el sonido de un claxon sonando a todo lo que daba, haciendo que todos los estudiantes, incluidos Jaejoong, y profesores, incluido el profesor de vocalización; se asomaran por las ventanas para ver quien era el responsable de semejante escándalo.

Un Audi negro ultima generación figuraba frente el edificio de artes, haciendo que varios quedaran sorprendidos, pero no más que al ver al hombre que manejaba semejante insulto de dinero en cuatro ruedas…

- ¿No es Jung Yunho? – alcanzó a oír a alguna de las chicas, que comenzaron a afirmar teoría de su amiga. No espero a nada más y salió corriendo del salón, sin que nadie prestara atención a ello, y bajó de la misma forma, corriendo, casi tropezándose en las escaleras; hasta la planta baja donde chocó accidentalmente contra alguien… se disculpó y se puso de pie para seguir, pero este alguien lo tomó por el brazo y le hizo volver al suelo, haciendo que Jaejoong se quejara un tanto adolorido.

- ¿Qué diablos…? -

Los labios ajenos, que inmediatamente identificó como los de Yunho, lo hicieron callar y dejarse someter. Y… él no quería resistirse y fueron los diez mejores segundos de su vida, los más sanadores diez segundos de su vida.

- ¿Qué haces aquí? -

- Bueno… algún despistado chocó contra mí y me hizo caer -

- ¡No me refiero a eso!… me refiero a que ahora deberías de estar saliendo de la increíblemente grandiosa iglesia con tu esposa en brazos, para subir a la limusina e irse a su igual de increíble luna de miel – El mayor rió al ver que Jaejoong no se dio ni uno segundos al soltar cada palabra, hasta que al final se quedó sin aire.

- Si quieres puedo llamar a Xiuli y decirle que mejor si nos casemos… - sonrió y sacó su móvil del saco para comenzar a marcar. Pero las manos del menor lo tomaron antes de que pudiera apretar el botón para marcar, haciendo que Yunho sonriera de lado a lado.

- ¿Por qué viniste? –El tono de Jaejoong se notaba triste, era ya difícil hacerse a la idea de que había cosas que jamás podría conseguir, para que ahora ese ricachón viniera a mostrarle algo con lo que ni siquiera podría soñar.

- Digamos que recordé cierto detalle de anoche… y por ese mismo detalle, creo que sería injusto casarme con la persona equivocada -

- ¿Qué detalle? -

Los brazos del mayor se posicionaron alrededor de la esbelta cintura de Jae y lo atrajo hacia sí para poder darle un suave beso en la sonrojada mejilla izquierda.

- El detalle de que te amo - Fue algo difícil de entender por parte del pelinegro… algo muy difícil y que le hizo abrazarse a Yunho mientras pequeñas gotas saladas descendían lentamente por sus mejillas.

- Gracias por recordarlo – dijo intentando tragarse un poco aquel llanto y poder formar algo decente que decir, pero el mayor sólo sonrió apretando un poco más aquel abrazo.

-… tómalo como un pago por haberme hecho pasar una de las mejores noches de mi vida… -

Jaejoong no pudo evitar comenzar a reír ante ese comentario, dejando de una buena vez el abrazo. Yunho limpió las lágrimas que se derramaron y que habían dejado un rastro por las mejillas. Por primera vez, ambos se sentían poseedores de todo o por lo menos de lo más valioso que la vida podía ofrecerles… y eso era estar con la persona a la que amabas.
Ha estado lloviendo desde hace tres días, sin parar en ningún momento, todos los ensayos de esta semana fueron cancelados por la mayoría de los bailarines, y en el departamento no hay lugar para que nosotros lo hagamos… maldita lluvia. No importa por que lado lo vea. ‘Tómenselo como unas vacaciones’ Si disfrutara del tiempo en casa, podría llamarlo vacaciones, pero este incidente a ocurrido en el peor de los momentos. Es más… si tan siquiera estuviéramos en Corea, pero ni eso. Y no es que Japón me desagrade… es sólo que…

La puerta de la habitación se abre y por inercia cierro los ojos. No estoy de humor para hablar con quien sea que se trate. Ahora se cierra, lentamente y con sumo cuidado para no hacer ruido, supongo entonces… que es Boo. Con él si quiero hablar, pero por alguna razón… no abro los ojos y me arropo más con el cobertor.




Esta noche hace frío. Ven a mí… y dame tu calor.


Un peso se hace presente sobre la cama, pero es tan ligero que supongo que son sus ropas. Y un… ¿sosollo? Aborda la habitación. ¿Qué pasa? Quiero preguntar, pero en vez de eso… Hay más silencio que como si no estuviera ahí.
Me descobijo un poco y él voltea a verme, pero como mantengo mis ojos cerrados ha de creer que fue un mero y casual movimiento para desacalorarme. Se sienta en la orilla de la cama, viendo fijo a la ventana, restándome atención. No así conmigo. Yo lo veo, fijamente… a él y a esa caprichosa lagrima que se escapa con coraje de su ojo izquierdo.





- Ya no puedo… - dice a la nada bajando la mirada para limpiar los rastros de esa lágrima. Aprieto con fuerza las sabanas por debajo del edredón mientras me contengo de lanzarme a su menuda figura, abrazarle, besarle… y convencerle de que todo saldrá bien, pero en vez de eso… continuo mirándolo tan fijamente que siento que mis ojos se saldrán de sus orbitas. – Si alguien me hubiese dicho que esto era tan difícil, ¿hubiera aceptado? – Debo admitir, que sus dudas… me dan miedo. ¿TVXQ sin Jaejoong?

De un tiempo para acá cualquiera nota a Jaejoong, uno de los miembros más joviales, mal encarado y divagando en su mundo. De un tiempo para acá cualquiera nota a Jaejoong triste y decaído. Sin ganas de trabajar, sin ganas de salir adelante. Uno lo puede notar, él es como un libro abierto… y yo soy el sujeto que no puede dejar de leerlo una y otra vez.
Suspiras… es un suspiro tan largo que casi llega a tardar más de un segundo.

Un suspiro tan profundo que hace al aire más pesado…




- ¿JaeBoo? – le llamo, al fin, y voltea dando un pequeño respingo. ‘¿No dormías?’ pregunta un tanto alterado, quizás no quieres que escuche lo que dices… quizás si. Soy tu mejor confidente, hasta que me despierto, ¿cierto?. – Si. Acabo de despertarme… ¿Por que no vienes? – le pregunto abriendo las cobijas a mi lado para hacerle espacio. Sonríe, tan calidamente como una madre le sonríe a su hijo. No hagas eso… al verte, lo menos que quiero hacer es pensar en mi madre, no con las ideas de mi haciéndote una que otra cosa.

Miras a la derecha de reojo, estas dudoso de venir a mi lado. ¿Por qué? - No tengo sueño – respondes como si hubieras escuchado mi pensamiento. Te giras y vuelves a ver a la ventana. Las gotas de lluvia ahora caen con más intensidad, Tokio pronto se inundará de seguir así el clima.
- ¿Pasa algo? – pregunto. Me miras de reojo y luego niegas… así que… no quieres preocuparme ¿Eh?...
Alzó mi mano y él voltea a verme, esperando a que siga moviéndome. Entonces tomó su nuca y tiro de él, sin mucha fuerza… con mucho cuidado. Jamás te haré daño.




Te recuesto a mi lado después de haber depositado un suave beso en tus labios… has temblado en un par de segundos gracias a ello. Tu respiración es más rápida que la mía, pero pronto se encarga de eso y es cuestión de nada para que llevemos el mismo ritmo calmado. Beso tu frente y comienzas a llorar otra vez. Pasa diez minutos… media hora… cuarenta y cinco minutos… una hora… y por fin dejas de llorar. De hecho creo que a la larga te fuiste quedando dormido en mis brazos y tus lágrimas cesaron al mismo tiempo que las gotas de allá a fuera.
Jamás sabré a que le tienes miedo Jaejoong… pero…



- Si en algún momento… te sientes inundado por la oscuridad, cierra los ojos, toma mi mano… que yo te acompañaré siempre Boo, lo juro -


Autor: Joey
Imagenes: Personlife



El departamento estaba completamente en penumbras, a excepción de una de las recámaras, para ser específicos… la última del pasillo, esa que por mucho tiempo una pareja había compartido. Ya casi más de cuatro años de ser no sólo compañeros de habitación, departamento, de trabajo, de amigos, de baño, de cama, de incontables desayunos, comidas y cenas; de muchísimas cosas, ellos habían sido compañeros de innumerables cosas y momentos. Buenos y malos, uno jamás le falló al otro. Pero como todo… la sincronía que los enmarcaba como una pareja perfecta… terminó. – Ya no más Yunho… -Esas fueron las palabras de Jaejoong aquella noche de invierno.

¿Era su forma de resignarse ante todo lo que les estaba pasando? ¿‘’Ya no más Yunho’’? ¿Con lágrimas desbordándose por ambas mejillas? – ¿Esa es tu solución Jae? – preguntó incrédulo mientras miraba con la misma expresión a ese hermoso joven que se desmoronaba frente a él sentado en la cama, cubriendo con ambas manos sus rostro, o lo que podía de él. Yunho golpeó la pared después de darse la vuelta y caminar hasta ella, quería desquitar todo el enojo y frustración que se habían acumulado en sus hombros en esos últimos cinco minutos apenas que llevan de platica.

-¡Es que yo no tengo nada que solucionar! – dijo ya más calmado de su llanto el rubio, no así de su creciente enojo. ¿Él debía buscar una solución? ¿Él quien era al que le veían la cara todos los días, cada minuto de cada hora, desde hacía casi cuatro años? ¿Precisamente él debía ser quien buscara una solución? – Me disculpas, pero el único que debe buscar una respuesta… eres tú, ¡descarado! – Con el dorso de la mano limpió los residuos de lágrimas que habían estado cayendo por los costados de su rostro y luego de la nada, un par de brazos, fuertes, lo rodearon por la cintura, tumbándolo imprevistamente sobre la cama, entre el suave edredón y las pomposas almohadas. – ¿Qué diablos?… Yunho-ah – el rostro del mayor denotaba extrañeza, aunque Yunho no pudiese verle, puesto que mantenía escondido su rostro en el cuello del otro.

- He cometido muchos errores… pero el más grande sería dejarte ir Boo… - que dolorosas eran esas hermosas palabras… que esta vez no importaba cuantas veces o en que forma fueran pronunciadas, no haría caso a ellas… debía ser fuerte, debía aprender que no eran de verdad… como muchas otras dichas y olvidadas hace ya mucho tiempo. – Si te dejo ahora, después me arrepentiré y ya no habrá marcha atrás -

- Si me dejas ahora… me dañaras menos – sus manos hicieron un burdo intento de alejarlo, pero Yunho se aferró más, alzando un poco más su rostro para mirarlo. – Es la verdad. Además, entre más pronto dejemos todo esto… más pronto podrás despreocuparte de andarlo ocultado, hasta de tus propios amigos… - Los ojos oscuros de Jaejoong comenzaron a llenarse lentamente de lágrimas una vez más mientras volvía a hacer ese pequeño esfuerzo por apartar al que se suponía, era ya su ‘’ex –novio’’, pero una vez más el moreno hizo presencia de su fuerza y apretó más el delicado cuerpo de su amante haciendo que este soltara un débil gemido de incomodidad.

- Puedo cambiar eso… - dijo él buscando la mirada del mayor, quien se rehusaba a cruzar mirada con aquel. – Demasiado tarde – respondió entonces apretando sus ojos. – Nunca será demasiado tarde para mostrarte cuanto te amo – entonces los labios de Yunho buscaron los carnosos del mayor, pero este se negó y contestó – Es hora de que te des cuenta que no es así… de verdad, es demasiado tarde -

Yunho en un desesperado intento por alcanzar ese hermoso par de labios rosados cual frutillas frescas, tomó los cabellos rubios de su pareja, quizás de una forma más que brusca, halando de esos sedosos cabellos para tenerlo quieto y poder robarle un beso profundo, adentrando su lengua en esa caliente cavidad húmeda que tan bien conocía y a la cual era completamente adicto. El mayor soltó un gemido ahogándolo en aquel beso, al hacérsele imposible separarse puesto que su lengua ahora era enredaba con la del ajeno en movimientos más bruscos, demandantes y excitantes.

- ah… ¿Pretendes violarme? – preguntó intentando recuperar el ritmo de su respiración, sin embargo Yunho sonrió de lado mientras besaba de forma corta la comisura de sus labios y lamía unos pequeños rastros que habían quedado del beso.

- Tú jamás me negarías tu cuerpo Boo... por eso jamás podría violarte – El cinismo de sus palabras herían a Jae, quien sólo agachó la mirada avergonzado, puesto que al fin de cunetas era verdad. Nunca lograría negarle algo a Yunho, aunque lo intentase con todas sus fuerzas. Era por eso mismo, que se mantendría firme antes esta nueva decisión. – Yo nunca te negaré mi cuerpo Yunho… pero algún día, te darás cuenta que no es lo único que necesitas de mi. -

- Por supuesto que no – la manos de Yunho comenzaron a aflojar el agarre y se deslizaron hasta la orilla de la camisa negra que llevaba el mayor esa noche. Con destreza la mano izquierda comenzó a desabotonar la camisa, mientras que la derecha bajaba hasta el trasero de Jaejoong y lo apretaba con rudeza sonriendo satisfecho de lo bien que se sentía esa carne y de lo bien que se escuchaban esos gemiditos por parte del mayor. – Por eso nos amamos… - susurró delicadamente contra la piel nívea del cuello antes de depositar un beso corto.

-Lo que pasa es que no entiendes – dijo el rubio mientras comenzaba tirar de la playera morada que llevaba su acompañante. – Yo a partir de hoy…dejaré de amarte – sus manos acariciaban la ancha espalda de Yunho, mientras que este sonreía ante el comentario del mayor. Era tan contradictorio, lo dejaría de amar, pero ¿Seguiría acostándose con él cuantas veces se lo pidiera? Ya quisiera ver eso…

Por fin ambos cuerpos quedaron desnudos de la parte superior. Yunho comenzó a decender por el cuello… hasta hacerse de su clavícula, la cual mordió provocando que el otro suspirara. Su mano derecha fue hasta uno de los rosados pezones del mayor y lo pellizco, para luego sostener el piercing que lo adornaba y tirar de él débilmente para no lastimarlo. Un gemido de sorpresa escapó de esos labios tentación y Jae sintió una deliciosa punzada sobre su vientre bajo. – Tu cuerpo es tan sensible Jaejoong – se burló el menor mientras continuaba bajando, esta vez saboreando la piel con la punta de su lengua, el otro no alzando a contestar puesto que soltó otro gemido audible una vez que alcanzasen su miembro ya semi-erecto. Yunho probó lamer la entrepierna de su amante por encima de la ropa y esto provocó un tremendo y sugestivo placer en el mayor quien empujó débilmente sus caderas llamando, casi exigiendo que el otro continuara y se dejase de juegos… cosa que ni loco haría.
- Yunnie-ah… por favor – sonrió, escuchar su nombre dicho de esa forma significaba que Jaejoong de verdad lo deseaba, a pesar de que el menor sentía que esa entrepierna podía ponerse en mejores condiciones. En movimientos rápidos se deshizo de las prendas inferiores que cubrían al perfecto cuerpo que pedía por más debajo de él; y después se apoderó de aquella ya prominente entrepierna que exigía liberarse. La miro con cierta ternura por unos segundos, al igual que a ese rostro que se sonrojaba… no sabía si por pena o por placer de sentir como apretaban su entrepierna, pero se sonrojaba, y eso hacia que el menor lo deseara más.

Por fin Yunho se apiadó del estado de su amante y metió de un solo golpe la entrepierna de Jae en su boca, comenzando a hacer fuertes succiones desde el inicio – Oh dios Yunnieeh… ah... no pares – el rubio cerró los ojos con fuerza mientras enredaba entre sus dedos las castañas hebras del menor, marcándole un paso que el otro atendió a desobedecer, yendo de una forma cada vez más lenta intencionalmente.
No importaba ninguna palabra bonita, cada acción que Yunho hacía parecía darles patadas en el culo a esas bonitas palabras, incitando a Jae a odiarlo más. –Lámelos – demandó poniendo tres dedos en los labios del mayor, quien sabía lo que continuaba. Tomó muñeca e insertó esos tres dedos a su boca, primero jugueteando con ellos usando su lengua y después dando pequeñas succiones como si se tratara de una complaciente felación. Cuando los tres dedos estuvieron suficientemente húmedos, Yunho, que aún mantenía el miembro de Jae en su boca, bajó sus dedos hasta la angosta entrada del rubio e insertó dos de ellos de un golpe, tomando por sorpresa al mayor. Primero sintió incomodidad, incluso dolor, pero al poco tiempo ya estaba moviendo sus caderas como vieja quedada desesperada. ‘Que vergüenza Kim Jaejoong… ’ Se reprochó antes de perderse en ese mar de placer. Estaba tan ido en su imaginación, sugestionándose de que aquellos dedos que lo penetraban no era precisamente dedos, sino más bien el miembro de Yunho el que lo hacia, que no se dio cuenta que el verdadero Yunho se posicionaba entre sus piernas y comenzaba a frotar su miembro con uno de sus muslos.

– Quieres que lo meta… cierto Boo? – Los ojos de Jaejoong se entreabrieron complementando esa imagen que tanto excitaba a Yunho. Los carnosos y rosados labios entreabiertos, soltando palabras que no entendía del todo, sus ojos tan inundados de placer que apenas podía mantenerlos abiertos, mejillas sonrojadas a más no poder, el sudor perlando aquella suave y blanca piel… un lindo pecho subiendo y bajando descontroladamente, en pocas palabras, un Jae deshaciéndose en placer.
Si, la verdad es que Jaejoong moría por sentirse lleno con el cuerpo de Yunho, pero había una o dos cosas que debía de hacer antes de dar y dejar que le dieran placer. Primero habría que enseñarle al moreno que con Kim Jaejoong, el hombre más deseado de Asia, no se jugaba.

Como pudo se sentó en la cama y se acercó lo suficiente a Yunho para poder besarlo una vez más, debía admitir que comenzaban a dolerle los labios… y por ende se sentía masoquista, pues era un dolor que le gustaba. Poco a poco, cuidadosamente, imperceptiblemente, y con una habilidad que adquirió en un par de segundos; logró dejar al menor bajo su cuerpo, quedando él sobre el regazo de este. Sin duda Jae estaba impaciente después de haberse sentido tan cerca de la gloria, pero Yunho… debía sentirse lo que le seguía a urgido. La palpitante erección del moreno se frotaba sin cohibiciones al cuerpo del mayor quien por primera vez desde hacía mucho tiempo, se sentía sorprendido y apenado por lo grande que se sentía ese pedazo de carne contra su cuerpo. Sus mejillas ganaron un poco más de color, y decidió dejar aquel par de demandantes labios para ir bajando lentamente desde ellos hasta el pecho de tes bronceada. Muchos creerían que por ser muy masculino, Yunho, no se cuidaba, pero era todo lo contrario. Prueba de ello era esa suave piel, casi tan suave como la propia. Le encantaba. Su lengua se deslizó hasta encontrarse con uno de los pezones, lo lamió sin pena alguna, incluso se atrevió a darle una pequeña mordida, escuchando un gemido que se debatía entre placer y dolor, proveniente del menor. – ¿Soy yo el sensible Yunnie? – preguntó burlón Jae antes de seguir bajando por ese cuerpo tan bien trabajado. Agradecía enormemente que Yunho se tomara tan enserio todos sus entrenamientos… sólo así le podía dar tal banquete al mayor para que lo disfrutara tal y como hacia en ese momento. Los voluminosos labios de rubio comenzaron a besar la piel del vientre bajo que apenas salía del pantalón negro que llevaba el menor. Sus manos desabotonaron el pantalón para dejar más piel a la vista, piel que sus manos se encargaron de acariciar. Yunho echó su cabeza hacia atrás soltando un largo suspiro… estaba desesperado, muy desesperado, pero las caricias de Jae eran especiales, le provocan ansias, pero a la vez de demostraban cuanto lo amaba. Era un completo desgraciado por tratarle de la forma que lo hacía. Ocultando todo lo relacionado a su relación. Entonces la mano de Yunho se enredó en los cabellos rubios de su pareja, eran tan sedosos que se perdió en esa sensación por unos segundos antes de tirar un poco de ellos, dándole entender a Jae que estaba a punto de llegar con sólo sentir su cálido aliento. El mayor sonrió y con maestría sacó el miembro de Yunho sin quitarle o bajarle mucho el pantalón. Sopló sobre la palpitante piel y suspiró al ver lo grande que se miraba ese pedazo de carne una vez que llegaba a esas alturas.

- Boo… no me hagas sufrir más… - Jae besó la punta que comenzaba a lubricarse con pre-semen que salía de ella y después sonrió – Pero si no estoy haciendo nada Yunnie-ah – contestó sonriente mientras apretaba un poco el miembro que tenía en sus manos y no precisamente el del moreno. Jae se hincó frente al menor, dejando que este viera como él mismo comenzaba masturbarse, mordiendo su labio inferior para ahogar algunos gemidos. Una vez más el pecho de Jae comenzó a subir y bajar descompensadamente mientras que Yunho se quedaba con la boca y ojos abiertos a más no poder. ¿En serio pensaba dejarlo así? La expresión de Jaejoong le hizo pensar que si. Sonrió de lado. Yunho tomó su miembro y con su dedo pulgar comenzó a sobar la punta de este, viendo atentamente como Jae seguía con lo suyo, ahora de cuatro pero sólo usando una mano para recargarse en la cama, pues la otra continuaba subiendo y bajando por su miembro.
El líder de DBSK miraba la escena sin pestañear de más… no quería perderse detalle alguno. Fue un gemido, casi grito, de Jaejoong el que lo sacó de su transe… haciéndole notar que su pareja estaba a punto de terminar… sin él. Eso nunca. Se acercó hasta el mayor y lo tomó cintura, haciendo que se quejará un poco por molestarle en un punto tan importante. – ¿Esperabas que te dejara terminar, tan sólo mirándote? – preguntó con el ceño fruncido mientras acomodaba al otro sobre su regazo, dejando ambos miembros muy juntos. Jae empujó a Yunho hacia atrás haciendo que quedara recostado sobre la cama, y fue ese el momento que aprovechó para hacerse de esos labios que había necesitado desde hace un buen rato. El menor comenzó a frotar ambos miembros haciendo que comenzaran a gemir, ahogando todos los gemidos y jadeos en el beso.
Por fin sus semillas se esparcieron entre ambos vientres al mismo tiempo que los dos jóvenes gemían roncamente contra los labios del otro. Jaejoong se dejó caer exhausto sobre el pecho de Yunho, mientras que este lo rodeaba posesivamente y respiraba muy agitadamente por la boca. – Creo que este ha sido el mejor sexo… en varios días – soltó de la nada Yunho mientras cubría el cuerpo de su pareja con el edredón de la cama, aún con movimientos torpes, pues los rastros de placer aun recorrían sus cuerpos. Y vaya que si había sido su mejor sesión de entre muchos días de sexo rutinario y aburrido, ni siquiera hubo penetración y eso ya era mucho… pues él adoraba sentir como Jae apretaba su sexo con esa estrecha entrada que poseía.

Pasaron un par de minutos en lo que ambos recuperaban sus respiraciones normales, minutos en los que ambos cantantes y bailarines pensaron… y pensaron mucho. Fue Yunho el que habló primero.
- En serio quieres dejar todo Jae – su pecho se oprimió un poco al decir eso, la sola idea de él… sin su Boo, lo enloquecía, pero entendía si era así… todo este tiempo no había sido más que un gato miedoso que le teme a la crítica pública.
Pasaron varios segundos, angustiosos segundos, en los que el mayor sólo miraba a la nada, buscando las mejores palabras para contestar. Un mundo de Jaejoong sin Yunnie, sonaba como algo muy difícil pero no imposible. Aún así… - Es lo que menos quiero… pero no creo poder soportar más ser la pareja en anonimato. – contestó. Ya no quería ser más esa ‘chica’ que esperaba en casa, según Yunho. ‘Ella me espera’ era lo que decía el menor cada vez que sus otros compañeros los invitaban a cenar, pero en verdad… la persona que lo esperaba era él, Jaejoong, el otro que ponía excusas para poder ver a su pareja sin que los otros se dieran cuenta. ¿Cómo podía mentir tanto y tan bien? A él le costaba demasiado… y no creía aguantar mucho más.
- Si te da vergüenza decir que soy tu pareja, no le veo sentido a que seamos una – dijo por último antes de incorporarse un poco para salir de la cama. Yunho sostuvo por inercia la mano de Jae antes de que este saliera de la cama y lo atrajo hacia él en un brusco jalón que le hizo caer.
- Te amo Jaejoong, más que a nada en este mundo… y no quiero que mi absurdo miedo interrumpa esto - - esto? – Indagó el mayor mientras miraba fijamente al otro – Nuestra relación. Amanecer y ver tu rostro… tu cuerpo a mi lado. Ir al comedor y oler los desayunos tan cuidadosamente elaborados que haces para mí. Tus brazos rodeándome cuando menos me lo espero. Tu voz saliendo de la regadera mientras te bañas y yo trabajo. Tus labios dándome el beso de las buenas noches. Todo Jae. Si mi miedo puede más que esas cosas, no puedo decir que te amo, pero como si lo hago… no dejaré que mi miedo eche a perder esto. – dio un corto beso a la mejilla sonrojada de Jaejoong, por donde escurría una lagrima. - Siempre tan sentimental – dijo el menor antes de abrazar a su amante quien hacía todo lo posible por no llorar más. – Nunca… lo volverás a ocultar? – preguntó ya más tranquilo el mayor. – No pienso ir regándolo por el mundo… pero si alguien me lo pregunta, no volveré a decir que ‘ella’ me espera… sino… a Boo le urge que llegue – Ese comentario le costó una buena mordida en el cachete izquierdo… pero por lo menos, ahora esa encantada sonrisa salía a relucir.
El sueño venció a Jaejoong en unos minutos más y mientras Yunho miraba ese hermoso rostro descansar tan tranquilamente sobre su pecho, se preguntó si habría algo que valiera más la pena que ver esa escena… todas las noches, de todos los días… por muchos años más. No. No lo había.




autor: Joey.